Decidí aparcar la moto a una distancia considerable del pub, con el fin de evitar que algún que otro borracho pudiera destrozarlo. Lo sé por experiencia. No es que yo hubiera hecho algo parecido alguna vez.. Bueno, tal vez. Hace unos años. Además, mi moto era como mi otra chica. Sería capaz de protegerla tanto como a Mia. Aunque vendería mi moto por mi novia. ¿Tiene sentido? Apagué el motor y volví a aquella realidad en la que tenía a la chica más perfecta justo delante de mí.
Traspasamos el umbral y una pequeña zona poco iluminada nos atrapó. Observé a Mia dejar el abrigo en el guardarropa.
- ¿Te he dicho lo preciosa que estás esta noche? - Se quedó pensativa.
(Mia) - Solo un par de veces. - Sonrió, y no pude evitar hacer lo mismo. Le dí un pequeño beso en la mejilla y tras pasar mis brazos por sus hombros, entramos en el pub.
El local se encontraba totalmente adornado con guirnaldas de diferentes colores y estrellas doradas. No pude evitar quedarme ensimismado durante unos segundos, hasta que sentí la música vibrar por mi cuerpo y empecé a reconocer a la gente, aunque la única persona con la que realmente quería estar se encontraba a mi lado. El pub aún no se encontraba lleno y podíamos movernos con facilidad entre la gente. Un camarero se nos acercó.
(Camarero) - ¿Queréis un aperitivo? - Dijo mostrándonos una bandeja con canapés. Recorrí a Mia con la mirada.
(Kyle) - Prefiero pasar directamente al postre. - La agarré por la cintura y la atraje hacía mí. Juntamos nuestros labios. El camarero se fue, continuando con su trabajo. - Pero si yo quería uno. - Rechisté cuando le ví alejarse.
(Mia) - ¿Sabes? Mi abuelo tenía razón, saltan chispas cuando estamos juntos, por eso provocamos incendios.
- ¿Quién sabe? - terminé diciendo, sabiendo que había mucho más detrás de aquellas palabras. Muchas veces tan solo quería decirle la verdad a Mia, pero después temía perderla para siempre, que me viera como un monstruo o algo parecido. Le dediqué una sonrisa enigmática y le dí un pequeño beso. De momento, todo estaba bien de esta manera.
Volví a recorrer el local, aunque me centré sobre todo en lo que colgaba del techo. El lugar no parecía ni el mismo.
(Mia) - Fíjate, Kyle. - miré hacía donde señalaba. Un pequeño escenario de madera se había erguido en la parte más lejana del local. Grandes altavoces se disponian en ambos lados del escenario, y algunos otros colgando. Una sucesión de micrófonos descansaban en un lateral. - Han puesto un karaoke. ¿Cantamos? - me preguntó.
- Ni borracho. - Negué con la cabeza. Sin duda, cantar no era lo mio y no estaba dispuesto a ponerme a ello a no ser que.. No, no. - Venga, vamos a bailar. - Intenté cambiar de tema y tiré con suavidad de su mano. Mia consiguió colocarse delante y ahora fue ella quién tiró de mí para llevarme a la pista.
Ni siquiera estaba muy seguro de cómo debía moverme delante de mí para no terminar quedando en ridiculo. Necesitaba un trago, sin duda. Me cogió las manos y empezó a moverme al ritmo de la música. Decidí que era ella quien se tenía que lucir. Levanté mi brazo, y la hice girar sobre sí misma, provocando que el vestido se elevara y siguiera sus pasos. A los pocos minutos, ya había conseguido soltarme un poco. Acabamos con nuestros cuerpos pegados el uno al otro. Sentir el cuerpo de Mia contra el mio me hizo desearla más de lo que pensaba posible. Coloqué mi cabeza en en el hueco de su cuello. La canción llegó a su fin y se escucharon algunos golpes de micrófono seguido de aquel ruido tan molesto que no tardó en desaparecer. Parecía que alguien iba a usar el karaoke. Ambos levantamos la mirada y nos centramos en el escenario. La voces que empezaron a entonar la canción sin duda nos eran conocidas. Sadie se encontraba junto a Chase, ambos con micrófono en mano. Entonces pensé en Jeremy y en lo muchísimo que esto le podría molestar. ¿Dónde se habçía metido? Aún no le habia visto en todo el día.
(Mia) - ¡Vamos Chase! ¡Tú puedes! - gritó Mia. Parecía que la gente estaba disfrutando con sus voces, y la verdad es que no lo estaban haciendo nada mal.
(Mia) - ¿No crees que hacen una pareja muy bonita? - Atónito a la pregunta de Mia, solté una breve carcajada.
- ¿Williams con Sadie? No lo creo. - Siempre pensaría que Sadie se merecía a alguien mejor, a alguien de su altura. A alguien como yo o, bueno, no de mi nivel, porque eso era imposible, pero algo así. Mia me fulminó con la mirada, lo que me hizo salir de mis pensamientos.
(Mia) - ¿Por qué le odiáis tanto? - Sentí que esto llevaría hasta Jeremy, y no tenía ganas de meterme de nuevo en el tema.
- No te enfades anda. - La abracé dulcemente. Noté como se relajaba y suspiré agradecido.
Cuando Sadie y Chase terminaron de cantar, Mia se volvió hacía mí una vez más.
(Mia) - ¿Quieres que cantemos? - preguntó de nuevo. Pude ver el deseo en sus ojos.
- Ya te he dicho que no. - Me sentí un poco culpable, pero no tardó en reemplazarme, por lo que en realidad, por una solo vez, estuve agradecido.
(Mia) - En ese caso, cantaré con mis chicas. - Me dió un beso rápido y me dejó con los labios preparados para algo más mientras la observaba alejarse hacía el grupo que permanecía al lado del escenario.
Mia, Sadie y Natalie no tardaron en subirse sobre el escenario. Las tres parecían entenderse muy bien sobre este, y parecía que estaban hechas para ser cantantes. No dejé de mirar a la despampanante Mia, sin ni siquiera inmutarme de que Joe me estaba dando codazos.
(Joe) - ¡Eh, tio! - gritó en mi odio. Pegué un bote.
- Ah, Joe. Hola y feliz navidad. - volví la mirada al escenario. No quería perderme ni un solo movimiento de Mia. No sé si me respondió, pero volví a sentir otro codazo.
- ¿Qué? - dije un poco desconcertado.
(Joe) - Decía que si quieres algo para beber. - asentí manteniendo la mirada sobre el escenario una vez más. Lo escuché susurrar un “Ten amigos con novias que..” no coseguí escucharlo terminar la frase, pero tampoco me importó.
La canción terminó con Sadie. Noté a alguien a mi lado, pero solo quería acercarme a Mia. Me abrí paso entre la gente y el barullo que formaban hasta acercarme al escenario.
Cuando Mia me vió, noté que se despedia de las chicas y corrió hacía mí, hacia mis brazos. Ambos reimos cuando nos chocamos y terminamos abrazamos. La levanté del suelo. Cuando levanté la mirada, vi a Joe ofreciéndole una copa a una chica rubia. Ni siquiera me había acordado de él. Decidí centrarme en lo que importaba.
- Has estado estupenda. - La dejé caer suavemente sobre terreno plano.
(Mia) - Gracias. - Hizo una pequeña reverencia estirando la falda de su vestido hacía los lados.
- Antes dejamos algo a medias. - Me acerqué cautivador.
(Mia) - ¿Ah, sí? - preguntó con una leve sonrisa en sus labios, más seductora de lo que la había visto antes. Rodeó mi cuello con los brazos y sentí sus labios sobre los mios, cálidos y suaves. Se alejó de mí con indecisión. - Tengo que ir al servicio. - Asentí y nos abrí paso hasta el servicio de señoras. Mia se quedó en el umbral de la puerta, reacia a dar un paso más. Me estiré un poco para observar dentro. Estaba totalmente ocupado. Mia salió con una mueca de asco.
(Mia) - Está lleno.
- ¿Por qué no vas al de minusválidos? Parece que no hay nadie. - le propuse.
(Mia) - No puedo usarlo, no soy minusválida. - Puse los ojos en blanco.
- ¿En serio? No me había dado cuenta... ¿Prefieres esperar? - Pregunté a sabiendas de la respuesta.
(Mia) - No me gusta esperar.
- Lo sé, por eso te lo digo. - Le dí un beso en la mejilla y le dediqué una sonrisa. - ¿Tú no tenías que ir al servicio? - Le pregunté.
(Mia) - ¿Te vas a quedar aquí? - La observé confuso ante tal pregunta.
- Claro, no me iré a ninguna parte. - Y seguidamente desapareció entre la amplia puerta.
Me apoyé en la pared, con las manos en los bolsillos. Mia no tardó en abrir la puerta y, antes de que pudiera imaginarme siquiera lo que estaba tramando ante aquella mirada y su siguiente sexy mordida de labio, tiró de mi brazo hacia el interior del servicio. La miré sorprendido a la vez que complacido. Ví un cartel de averiado y lo colgué en la puerta.
- Ahora sí, ¿por dónde ibamos? - Le pregunté con una sonrisa pícara. Se lanzó hacía mi con una pasión indescriptible. Nuestros labios se movían cordinadamente. Puse mi lengua con suavidad en su boca. Me encontré entre Mia y la pared. Empezó a tirar de mi chaqueta hasta deshacerse de ella. La empujé con suavidad hacia atrás, llevándome una mano a la parte baja de la espalda tras haber sentido el pomo en ella, un daño que no me iba a permitir parar. Mia tiró de mi corbata con delicadeza, alejándome de la puerta y acercándome más a ella, si es que eso era posible. Sentí como mi corazón se disparaba ante nuestro continuo roce. Me encantaba tenerla entre mis brazos.
Sin dejar de besarnos, andamos por el baño hasta que Mia topó con algo el lavabo. La alcé, colocándola encima del frio y blanco mármol. Sentí sus piernas rodeando mi cintura, pegándonos de nuevo. Ni siquiera podía pensar con claridad, lo único que tenía claro es que la necesitaba. Necesitaba todo de ella, cada parte de su cuerpo.
(Mia) - Espero que - empezó a decir entre beso y beso. - no se incendie el pub también. - Sonreí sin separar nuestros labios. Notaba aquella bola de fuego en mi interior, pero la controlé, esta vez no iba a permitir que tomara el poder. No podía poner a Mia de nuevo en peligro. Poco a poco ella se había convertido en mi vida, aquella persona que me entendía y le daba un poco de luz a mi vida. Noté un poco más de calor y cerré los ojos con fuerza, controlándolo. Noté que Mia empezó a desabrochar los botones de mi camisa. No quería que esto llegara a su fin. Pasara lo que pasara entre nosotros, siempre sentía como si no fuera suficiente.
De repente la puerta se abrió. Mia bajó del lavabo de un salto y yo dí un paso hacía atrás contra mi voluntad. Me encontré con la mirada de Jeremy, que pasó a mirarnos a ambos con una expresión de sorpresa, seguida por una de desagrado.
(Jeremy) - Genial. Traumatizado de por vida. - Cerró la puerta de un portazo y sentí una pinchada de culpabilidad. Menudo manera de vernos el primer día del año. Mia y yo intercambiamos una mirada mientras empecé a abotonarme la camisa. Miré hacía la puerta. No quería dejar a Mia sola, pero necesitaba hablarlo con Jeremy. Al fin y al cabo, era mi mejor amigo y sabía que lo que había tenido que ver no había sido, para nada, de su agrado. No podía dejarlo así.
(Mia) - Ve. - Me dijo, como si leyera mi mente. Pasé mi mano por su abrazo en señal de disculpa, y recorrí el breve pasillo que separaba la zona de los lavabos con la pista del pub.
- ¡Jeremy! ¡Jeremy! - empecé a gritar cuando vi su figura intentar abrirse camino entre la gente.
(Jeremy) - Ni siquiera te molestes en explicarme nada. Me dan arcadas solo de pensarlo. - se volvió con brutalidad, enfrentándose a mí. - ¿Acaso no teníais otro sitio donde demostrar vuestro afecto? No sé, ¡el coche! - me echó en cara.
- Hemos venido en moto. - le rechisté, sabiendo que este punto era para mí. - De todas formas, ¡es un cuarto de baño! ¿Por qué no has llamado a la maldita puerta? - le pregunté levantando la voz un poco.
- Espera, ¿ahora es mi culpa? ¿Tú crees que me podría haber imaginado esa...escalofriante escena? Además, es el cuarto de baño de inválidos...aunque ahora todo tiene sentido, Mia..enferma..- dijo pensativo. Le fulminé con la mirada y levantó las manos en señal de inocencia, aunque no tenía ni un pelo de eso. - ¡Se supone que siempre está vacio!
- Pues esta vez no lo estaba.
(Jeremy) - No me digas.. - puso los ojos en blanco, como si aquello que acababa de decir fuera muy obvio. - Eso me ha quedado muy claro.
- No exageres.
(Jeremy) - No exagero, ha sido traumatizante. - suspiré, sabiendo que esto nunca llegaría a su fin.
- Espero no pillarte nunca en una situación parecida.
(Jeremy) - Oh, nunca lo has hecho y nunca lo harás. - le miré confuso, dado que no estaba seguro de a qué se refería. Intenté entrar en su mente, pero una sensación de mareo me invadió inmediatamente y tuve que resignarme. - Oh, Kyle, tengo mis rolletes aunque tú no lo sepas. Me díó una pequeña palmada en el lado derecho de la cara. - Y, creéme, son muuuucho mejores que Mia. - tras un simple guiño de ojo, desapareció entre la multitud. Me llevé una mano a la cabeza, sintiendo que aquella sensación de molestar estaba volviendo a aparecer. Cerré los ojos y respiré vacias veces, intentando hacerla desaparecer. Sentí un pinchazo en la cabeza e hice una mueca. Varias imágenes pasaron por mi mente con tremenda rapidez.
Una chica morena de pelo largo corría por un verde y cuidado césped, provocando que su pelo se moviera al son del viento. Escuché su risa como si estuviera allí mismo. Una segunda figura apareció en mi mente y, sin duda, era yo de pequeño, corriendo detrás de ella. La niña gritó, pero con alegría. Noté que alguien tiraba de mi brazo y abrí los ojos de repente. Joe se había agachado junto a mí, preocupado ante mi expresión. Mis manos tapaban mis oidos con fuerza y noté el sudor corriendo por mi cuerpo. Estaba ardiendo. Apreté los puños y respiré con dificultad.
(Joe) - Tio, ¿estás bien? - le miré, aunque le veía un poco desenfocado.
- Estaré bien. - le contesté, ya que estaba acostumbrado, aunque sentía que esto solo iba a peor. ¿Quién era esa chica y por qué me había visto a mí en aquel..pensamiento? Sacudí mi cabeza y me recompuse, cogiendo una copa de la bandeja plateada de un camarero que pasó por mi lado. Me bebí el contenido de un solo trago. Sin duda, necesitaba otro, asi que decidí acercarme a la barra mientras esperaba que Mia apareciera.
Pude sentir a Mia cerca. Me giré, dispuesto a buscarla y me encontré con su perfecta sonrisa.
- Aquí estás. - Le devolví la sonrisa. El alcohol había empezado a hacer efecto en mí.
(Mia) - Te has dejado la chaqueta en el servicio. - Vi como sus mejillas se encendian y me tendió la chaqueta. - ¿Qué ha dicho Jeremy? - Preguntó, un poco preocupada por la respuesta. Iba a responder, pero una voz extrañamente familiar y acogedora me envolvió. Miré directamente hacía el escenario. Me quedé observando a aquella chica de pelo castaño. De pelo castaño... El raro pensamiento que había tenido antes, volvió a mí. El mareo se apoderó una vez más de mi cuerpo y de mi ser. Sentí que me ahogaba. Me tambaleé y tapé mis oidos con ambas manos al escuchar un fuerte pitido. Seguidamente,
me encontraba de nuevo sobre aquel césped tan llamativo. Mi padre me cogió en brazos y giramos juntos. Una sensación de añoranza me azotó. La niña pequeña aún se encontraba en la escena, dándo vueltsa alrededor de nosotros, su pequeño vestido al viento.
(Niña) - ¡Mamá, mamá! - la escuché gritar, intentando llamar la atención de su madre. - ¡Mira lo que hago! - trotaba y trotaba sin parar. Cada uno de los allí presentes reían en carcajadas y pude sentir aquella felicidad que no había terminado de sentir completamente desde hacía años hasta que Mia entró en mi vida. Entonces, la madre de la niña se abrió paso en la escena. Tan solo necesité ver su perfil para sentir un cariño enorme hacía ella. Se escuchó un trueno y todos levantaron la mirada hacia el cielo. La madre de la niña miró hacía mí, hacía el yo mayor que estaba interrumpiendo su perfecta escena. Su pelo se tornó de un pelirrojo llameante y pude ver la furia en sus ojos, en los ojos de mi madre. Aquello me hizo salir de mi estado, con la respiración entrecortada. Escuché a Mia pronunciar mi nombre una vez, seguida de unas cuantas veces más. Seguí su voz, sabiendo que me ayudaría a volver en mí. Parpadeé varias veces hasta verla delante de mí.
(Mia) - ¿Estás bien? - Asentí con el fin de no preocuparla. Sus brazos me envolvieron y se lo devolví como pude, agradecido de la calidez que siempre me ofrecia.
(Mia) - No me vuelvas a dar estos sustos. - Me apuntó con el dedo índice, y no pude evitar mostrar una leve sonrisa. Pasó su mano por mi pelo, apartándolo de mi frente, donde se había quedado pegado debido al sudor. Odiaba verla de aquella manera. Limpié una lágrima que descendia por su suave mejilla.
- No más sustos. - Afirmé decidido, mirándola a los ojos. Noté su preocupación correr por mi cuerpo, como si con su mirada me lo hubiera traspasado. - ¿Pasa algo? - Negó con la cabeza. Pero sabía que había algo más, aunque preferí no insistir. No recordaba lo que había pasado antes de que ese sueño pasara por mi cabeza. Estaba esperando a que Mia llegara del cuarto de baño y...nada más.
(Mia) - No lo vuelvas a hacer. - Me pidió Mia. Pasó las manos por mis hombros y me acercó a ella. Estaba a punto de preguntarle a Mia qué había pasado después de que ella regresara del cuarto de baño, pero no quería preocuparla incluso más asi que, una vez más, lo dejé pasar.
Nos sentamos en unos mollidos sofás negros que me dejaron libre al ver lo ocurrido.
La música volvió a cambiar y Riley ocupaba el escenario.
(Riley) - Esta canción se la dedico a una persona muy especial para mi. - Buscó entre el público, hasta que se centró en Mia.
- ¿Y este de qué va? - refunfuñé enfadado, manteniendo la expresión durante la empalagosa canción en la que no dejó de desafinar. Tuve que soltar más de una carcajada. Riley señaló a mi novia y movió un dedo indicándola que se acercara. Mia negó rotundamente.
De repente, perdió el equilibrio y cayó del escenario, aterrizando sobre Chase. Joe y yo nos miramos y soltamos una estruendosa carcajada. Ya me encontraba mucho mejor, sin duda y, en parte, se lo debía a Riley. Aunque no me terminaba de hacer gracia que coqueteara con mi chica.
(Mia) - Kyle, no seas malo. - me regañó. Levanté las manos, mostrando inocencia.
- Pero si yo no he hecho nada. - Y mi cara de ángel tomó partido.
(Mia) - ¿Estás mejor? - Mia se había encargado de que me bebiera refresco tras refresco, cosa que realmente había ayudado.
- Podría estarlo. - Dije con picardía. La agarré por la cintura y la besé. Nos habíamos levantado tras mi necesidad de ir al necesidad por tanta bebida, perdiendo nuestro turno en el cómodo sofá. Pegué mi cuerpo al suyo y mis besos fueron tomando intensidad. Para mi sorpresa, Mia se alejó.
(Mia) - Tenemos que aprender a controlarnos. - La observé colocarse el pelo detrás de la oreja. Fruncí el ceño. - La cueva el día que fuimos a las colinas, los probadores, ahora el baño... ¿Qué será lo siguiente?
- No sé, ¿el almacén? - sonrió tímidamente y las ganas de besarle se adueñaron de mi de nuevo. Muy a mi pesar, escondió la cara.
(Mia) - Era una pregunta retórica, tonto. - La miré y suspiré. Vencido por aquella preciosidad.
- Vale. - Me resigné y aparté los brazos.
(Joe) - ¡Eh, Freeman! Copas gratis, ¿te apuntas? - Jeremy se encontraba unos pasos más alejado.
- Claro. - Me hizo una seña con la cabeza. - ¿Vienes?
(Mia) - Creo que paso. - Dijo arrugando la nariz. - Ve con ellos y pásatelo bien. - Me sonrió y asintió, dándome ánimos a tener mi tiempo con mis amigos. Tal vez era lo que ella necesitaba...
- Ahora nos vemos. - Le dí un pequeño beso y me alejé junto a Joe y Jeremy.
Empezaron las apuestas y los actos sin sentido. Joe terminó con la corbata atada en la cabeza y bañado en cerveza ras intentar ligar con una chica que no estaba soltera para su sorpresa. Además no paraba de dar saltos al son de la potente música, con el fin de atraer a alguna que otra chica, aunque empezaba a pensar que no estaba funcionando si no al contrario. Cuando alguna pasaba por su lado, él hacía movimientos raros de caderas siguiéndolas con la mirada, lo que provocaba más de un ataque de risa en ellas y, bueno, en mí y Jeremy.
Me giré y me encontré con Mia justo en frente de mí con la intención de taparme los ojos.
(Mia) - ¡Uich, me has pillado! - Se quejó.
- ¿Has cambiado de opinión al final?
(Mia) - Va a ser que sí.
- No puedes estar alejada de mi, ¿eh? - Solté con una orgullosa sonrisa. - Es que no hay quien se me resista. - Me recoloqué la chaqueta.
(Mia) - Eres un creído.
- Sí, pero te gusto. - le dije con una sonrisa.
(Mia) - Idiota. - Me sacó la lengua. La cogí por la cintura y estábamos a punto de darnos un beso cuando alguien tropezó a nuestro lado, apoyándose en el taburete que estaba junto a mí. Era Lorrein, aquella chica que nunca dejaba de acosarme.
- ¿Estás bien? - Pregunté sin pensar. Lorrein gritó. La preocupación me invadió, sin ni siquiera saber porqué ya que apenas la conocía, pero tuve la necesidad de protegerla.
(Mia) - Está borracha, ¿no lo ves? - Se incorporó con dificultad y se alejó tambaleándose. Me ví reflejado en ella, porque sabía lo que era sentirse de esa manera.
- ¡Espera! - grité mientras la observé alejarse. Tenía la necesidad de hablar con ella, como si algo me enlazara a su persona.
(Mia) - ¿Por qué te preocupas por ella? ¿De qué la conoces? - Preguntó enfadada, cruzando los brazos sobre el pecho.
- Solo del pub y también estuvo en la fiesta de Halloween. Me dijo algo extraño...
(Mia) - Siempre dice cosas extrañas. ¿Qué es lo que te dijo?
- No importa. - Intentando que Mia se olvidara de ello, aunque yo no pudiera. La sensación que me había recorrido cuando ella cayó...era inexplicable.
Seguimos bebiendo, pero esta vez con la compañía de Mia.
(Joe) - ¿A que no teneis huevos de subir al escenario y cantar? - Una apuesta.. Jeremy y yo nos miramos.
(Jeremy) - ¿Qué no?
- ¿Cuánto te apuestas?
(Joe) - 10 pavos.
- Que sean 20. - subí. Las apuestas eran lo mio y no podía dejar pasar la oportunidad.
(Joe) - Trato. - Nos estrechamos la mano y puse rumbo hacía el escenario en compañía de Jeremy. No tardamos en elegir la canción y nos hicimos cada uno con un micrófono, dispuestos a comernos al público.
Cantamos con toda la energía que pudimos. Me dejé llevar por el ritmo y por el alcohol. Levanté ambos brazos y los moví en el aire hacia delante y atrás. Seguidamente, me abrí la chaqueta con ambas manos y me moví sensualmente. Las chicas que estaban en la primera fila empezaron a gritar y a dar saltos como si de su mayor ídolo se tratase. Sonreí, complacido.
Terminada la canción, bajamos del escenario y enseguida nos vimos rodeados por una multitud de personas. Sentí manos tocándome por todas partes, chicas que me abrazaban y besaban mis mejillas, cegándome con diferentes flashes... Después de unos minutos, conseguimos deshacernos de todo aquel grupo. Me fui directo hacía Joe.
- ¿Dónde están mis 20 pavos?
(Joe) - Dije 20 pavos entre los dos.
- No es verdad. No inventes y acoquina. - Moví los dedos de la mano, metiéndole prisa. Con algo de dificultad, acabó sacando billetes de 20 de su cartera. Se lo quité de su mano antes de que se diera cuenta. - Así me gusta. - Le dí un golpecito amistoso en el hombro y le guiñé un ojo a Mia que empezó a mirar mi cara con una frialdad y enfado reconocible.
(Jeremy) - Kyle, la tía que se hizo una foto contigo no para de mirarte. - Seguí la mirada de Jeremy.
- ¿Quién? ¿La rubia de los rizos?
(Jeremy) - No, la morena de las tetazas. - Esforcé la vista, pero no terminaba de saber a quién se refería. - Allí, cerca de la puerta.
(Mia) - ¡Eh, que todavía estoy aquí! - Movió los brazos sin dejar de mirarme, intentando llamar mi atención. Sonreí ante sus inminentes celos.
- No te pongas celosa. Venga, dame un beso. - Pero volvió la cara.
(Mia) - Pídeselo a alguna de tus amiguitas.
- ¿Es por el baile sexy? Sabes que iba dirigido a ti. - Y, entonces, repetí el movimiento. Logré ver una pequeña sonrisa. Seguí moviéndome, acercándome más a ella. Finalmente, me dedicó una amplia sonrisa.
(Mia) - Déjalo ya, anda. - Puso sus manos sobre mi pecho y me alejó con suavidad.
La pista del pub fue quedándose más vacía a la vez que la mañana iba tomando su forma.
(Mia) - ¿Nos vamos? - Me preguntó. Estábamos sentados en las taburetes de la barra, aunque ya sin beber.
- ¿No quieres un baile más? - Ví el cansancio en sus ojos y llevó su mirada a los pies. A pesar de estar exhausto, no quería volver a casa. No quería tener que cargar con la mirada y palabras de mi madre por un error que ella había cometido, no yo.
(Mia) - Creo que no podría aunque quisiera. - Una vez más, como si supiera lo que exactamente estaba pensando, me dijo: Te puedes quedar en mi casa, no creo que a mis padres les importe. - Levanté una ceja. En realidad, era una buena oferta, pero pensé en mi madre y en su extremada preocupación, a pesar de habérselo ganado. Tenía que hablarlo con ella. - Si les explicas lo que ha ocurrido... - Añadió.
- Gracias, pero eso no arreglaría nada. - Suspiré. - Sería peor.
Mia bajó del taburete con suavidad y me abrazó. Podía sentirme como en casa en sus brazos, como en un verdadero hogar.
(Mia) - Cuenta conmigo para lo que sea. - Le devolví el abrazo, apretándola un poco más. No quería soltarla, sabiendo a lo que nos llevaría si lo hacía.
Conduje sin prisa por la carretera, dejándola en su casa. Nos dimos un largo beso de despedida. Colocó el casco sobre mi cabeza.
(Mia) - Esta vez no tienes excusa para no usarlo. - Me lo ató sin problemas, y me centré en sus labios al tenerla tan cerca. Colocó sus manos a ambos lados de mi cara y me dió un pequeño beso en la frente. - Ten cuidado.
- Suenas como mi madre. - Le dediqué una sonrisa. Me sacó la lengua y, una vez que metió las llaves en la cerradura, me alejé con el rugido de la moto.