Cerré la puerta detrás de mi y dejé las llaves en el colgador.
- Buenas tardes, familia. - dije con una sonrisa nada más entrar.
(Sr. Roberts) - Vaya, que contenta vienes. ¿Una buena compra? - Le enseñé la bolsa.
- Pues si. Además, en buena compañía. - Pensé en Kyle, su sonrisa, sus besos, la forma en que la que solo él sabía hacerme reír... Mi padre también parecía pensativo.
(Sra. Roberts) - ¿Has encontrado vestido? - Me preguntó saliendo de la cocina.
- Sí, mira. - lo saqué de la bolsa y me lo pegué al cuerpo. - ¿A qué es precioso? ¿Quieres que me lo pruebe?
(Sra. Roberts) - Después, ahora lávate las manos que vamos a comer. Richard, ¿me ayudas a poner la mesa?
(Sr. Roberts) - Claro. - se levantó del sofá y fue tras ella.
Una vez que le enseñé a mis padres como me quedaba el vestido, me pasé toda la tarde eligiendo los complementos, el maquillaje, el peinado... todo tenía que ser perfecto, quería causarle una buena impresión a la madre de Kyle. Que no hubieramos empezado con buen pie no significaba que nos tuvieramos que llevar mal siempre. Aún tenía tiempo así que me senté con mis padres en el sofá disfrutando de su compañía.
(Sr. Roberts) - Tomar las uvas sin tí no será lo mismo. - Tenía la cabeza apoyada en su hombro, le abracé.
- Lo sé, pero no puedo faltar a la cena. No sería muy educado por mi parte si rechazara la invitación de Kyle y de su madre. - Suspiré. - A ver si hoy logro caerle bien.
(Sra. Roberts) - Seguro que sí, cielo. - Dijo desde el otro lado de mi padre. - No te preocupes y se tú misma. - ¿Y si siendo yo misma no le gustaba? ¿Entonces, qué? Decidí guardarme mis inseguridades.
- ¿A qué hora viene el abuelo? - cambié de tema.
(Sr. Roberts) - Le recogeré antes de cenar, sabes que no le gusta esperar demasiado. - Miré el reloj que estaba encima del mueble.
- Me tengo que ir preparando ya. - Me levanté.
(Sr. Roberts) - ¿Ya? Pero si faltan más de dos horas para que te recojan.
- Lo sé, pero no quiero que me tengan que estar esperando y prefiero vestirme con calma.
(Sr. Roberts) - Me parece que por mucho tiempo que pase nunca entenderé a las mujeres...
(Sra. Roberts) - Yo tendría que estar preparando la cena. - Se fue a levantar pero mi padre la agarró por la cintura.
(Sr. Roberts) - Yo te ayudaré, pero quédate un rato más aquí. - Mi madre le sonrió y se besaron. Aunque me resultara algo incómodo o, mejor dicho, violento, me alegraba que continuaran demostrándose su amor. En ese momento me pregunté si Kyle y yo seguiríamos queriéndonos así en el futuro, si tendríamos una relación cálida y todavía con pasión como la de mis padres, o si acabaríamos por no soportarnos mutuamente. Desaparecí escaleras arriba dándoles la intimidad que necesitaban.
Siempre con la música puesta, como si fuera una banda sonora, me duché, coloqué las extensiones en mi pelo y me vestí. Maquillaje discreto y elegante, uñas a la francesa para que la madre de Kyle no pensara que fuera gótica por llevarlas negras... Reí ante esa ocurrencia pero seguramente ella lo vería así. Tuve problemas para hacerme el recogido. Ya casi era la hora.
(Sra. Roberts) - ¿Cómo vas? - preguntó asomándose timídamente a la puerta de mi habitación.
- Vienes en el momento perfecto. ¿Me ayudas con el moño? - Se acercó y se puso manos a la obra. Llamaron al timbre. - ¡Papá, vé tú! ¡Ahora bajo! - grité poniéndome más nerviosa de lo que ya estaba. Escuchaba la voz de Kyle escaleras abajo. Estaba hablando con mi padre. ¿Qué sería lo que le estaba diciendo?
(Sra. Roberts) - Listo. - Me echó laca y lo observé.
- Perfecto. ¿Se me olvida algo? - Hice un repaso mental. - Colonia. - Me eché en las muñecas, en el pliegue de los brazos y detrás de las orejas.
(Sra. Roberts) - Tranquilízate y si el ambiente está tenso, sonríe. Una sonrisa suele aliviar la tensión. - Asentí y le di un abrazo rápido.
– Ya voy, ya voy. - dije con voz cantarina bajando las escaleras. Kyle se giró hacia mi, su deslumbrante sonrisa se hizo más amplia. El corazón me latió con fuerza. Volví la vista hacia los escalones para evitar caerme. - Siento la espera pero los detalles son importantes. - Le observé con más atención, su camisa de cuadros resaltaba sobre el traje de chaqueta oscuro y la corbata azul le daba un toque moderno y divertido. Se me quedó mirando fijamente sin decir palabra. Me hacía sentirme deseada y guapa. - Bueno, ¿nos vamos? - me mordí el labio, algo incómoda. Se aclaró la garganta.
(Kyle) - Sí, sí. Claro. - entrelazamos nuestros dedos. Me despedí de mis padres y Kyle me imitó. La mirada de mi padre me decía que estaba preocupado por mi aunque no tenía porqué, estaba con Kyle y sabía que con él estaba segura.
Tras cerrar la puerta, Kyle me susurró al oido:
(Kyle) - Estás preciosa. - Sentí que me ruborizaba.
- Adoro tu camisa. - Frunció el ceño.
(Kyle) - ¿Sola la camisa? - preguntó desconcertado. Asentí.
– Y puede que también tu sonrisa, tu mirada, todo tú...no sé. - me encogí de hombros. Se le escapó una sonrisa. Le di un beso rápido, quedándome con ganas de más. Sonreí y tiré de él, dirigiéndonos a su casa.
Kyle me abrió la puerta, haciendo una leve reverencia. Me tendió la mano y la acepté sin vacilar.
– Gracias. - le agradecí cruzando el umbral. Admiré la esmerada decoración navideña del interior. Tonos blancos y rojos lo cubrían todo. Varias estrellas colgaban del techo, con diferentes tamaños, se separaban unas de otras por enormes copos de nieve. La barandilla estaba cubierta por guirnarlas rojas y blancas. Observé a Kyle, tenía la vista fija en algo encima de nuestras cabezas, seguí su mirada, un muérdago colgaba sobre nosotros. Eso solo significaba una cosa, un beso. Nos miramos y se mordió el labio, eso le hacía más sexy todavía. Sostuvo mi mano entre la suya y se fue acercando con lentitud. Bajé la mirada, intimidada por sus ojos claros. El momento parecía no llegar nunca.
(Sra. Freeman) - ¡Oh, Mia! - elevó el tono y nos separamos enseguida. - Ya estás aquí... - dijo muy seca, ese era el mejor tono de voz con el que se dirigía a mi. Se escuchó un carraspeo y Kyle se giró. Un anciano con los ojos azules y pelo cano se encontraba a nuestro lado.
(Kyle) - Abuelo, esta es Mia, mi novia. - Le miré sorprendida. ¿Novia? Era la primera vez que escuchaba esa palabra salir de su boca y me sentí orgullosa de que se refiriera a mi de esa forma. Su abuelo dirigió su mirada hacia mi, seguidamente a Kyle, para terminar de nuevo en mí. Parecía estar reflexionando.
(Sra. Freeman) – Novia... - dijo la madre de Kyle entre dientes. La notaba más tensa que antes.
(Edgar) – Oh, Alexis. El chico ya es mayorcito para saber lo que se trae entre manos además, yo la veo una chica muy encantadora. - Sonreí alagada.
La madre de Kyle murmuró un 'eso es porque aún no ha abierto la boca', que ignoré, centrándome en el amable anciano.
(Edgar) – Yo soy Edgar, señorita. - me dedicó una leve sonrisa con una inclinación de cabeza.
– Encantada de conocerte, Edgar. - contesté vergonzosa.
(Edgar) – Puedes llamarme Ed. No dejo que todo el mundo me llame por mi nombre de pila. Eres una excepción. - me guiñó el ojo. Sonreí aún más. Miré a Kyle, él también sonreía. Aunque no debí hacerlo, disfruté con la indignación de la madre de Kyle por la respuesta de Ed.
(Sra. Freeman) – Podéis ir pasando al comedor. - pidió sin ganas.
(Kyle) - Oh, mamá. - la llamó. - Mia ha traido algo.- Recordé la botella de vino de la marca Fragata que tenía en la mano y se la ofrecí.
Su madre la cogió casi con desconfianza y miró la etiqueta.
(Sra. Freeman) – Bonito detalle. - nos sonrió forzadamente. - Vendrá bien para el pavo. - Fruncí el ceño. ¿Pero qué estaba diciendo? Era uno de los mejores vinos con los que se podía acompañar el pavo, no era para cocinar.
(Kyle) - ¿Para el que se te ha quemado esta tarde? Así no estará tan...seco. - soltó una carcajada y su abuelo rió por lo bajo. Aguanté una sonrisa y le di un pequeño codazo a Kyle. Su madre nos fulminó con la mirada, su abuelo bajó la vista y se dirigió al comedor.
(Kyle) - Creo que mejor... - señaló la sala con el pulgar, su madre asintió con una sonrisa muy poco natural en su cara.
– Siento que solo la decepciono... - dije pensando en voz alta. - Es que, no sé que debo de hacer para caerle bien. - Hiciera lo que hiciera no le iba a gustar, me sentí impotente.
(Kyle) - No tienes que hacer nada. Solo sé tú, como hasta ahora. Tienes que complacerme a mí, no a ella. - contestó. Me rodeó la cintura y me acercó a él. Terminó el beso que no habíamos podido empezar. - No hay muérdago, pero sigue siendo especial ya que eres tú la persona que se encuentra junto a mí. - dijo serio y mirándome a los ojos. Yo sentía lo mismo con él pero no me salían las palabras. Tenía un nudo en la garganta, no sabía si de ira, llanto o nervios, pero sabía que como se deshiciera iba a decir algo de lo que me arrepintiera o, peor, me pondría a llorar delante de su madre. Apoyé mi cabeza en su hombro y me dió un pequeño beso en la cabeza.
(Kyle) - No tienes que preocuparte, a mi abuelo le has caido bien. - lo señaló. Estaba sentado en el sofá mirando un reloj de bolsillo. Me encantaban esos relojes y más si tenían foto o una inscripción.
El padre de Kyle entró en la sala. Kyle se parecía mucho a él, mismo pelo, mismos ojos, incluso tenían las mismas expresiones. Nos sentamos alrededor de la mesa. Como buen caballero que era, Kyle retiró mi silla para que me pudiera sentar. Se puso en la silla a mi lado. Su padre y se abuelo se sentaron cada uno en una esquina. Su madre justo en frente nuestra. Había una silla vacía, supuse que sería de la hermana de Kyle.
Me dediqué a comer con moderación, tratando de no cometer ningún error con los cubiertos o poner los codos sobre la mesa sin darme cuenta, y a sonreir a los comentarios que hacían los demás. La incomodidad era la invitada especial de la cena. El padre y el abuelo de Kyle trataban se sacar algunos temas de conversación sin mucho éxito, ya que eran criticados duramente por la agradable sra. Freeman. Me pregunté si era siempre así o solo se comportaba de esta forma cuando estaba yo.
El abuelo de Kyle nos metió en la conversación, lo que fue muy considerado por su parte.
(Edgar) – Entonces, estáis en la misma clase, supongo. - Miré a Kyle, que tenía la boca llena. Tomé aire, parecía que me tocaba a mi contestar.
- Sí, exacto.
(Edgar) - ¿Os conocisteis en el instituto? - preguntó.
– No exactamente. - noté la miraba de Kyle en mi. Recordé la primera vez que hablamos y sonreí. Teníamos que hacer un trabajo juntos sobre nuestros antepasados para el día de Olympustime.
¿En tu casa o en la mia?, le pregunté.
Vas rápido, eso me gusta, me respondió desnudándome con la mirada,
¿y qué te vas a poner?, continuó.
Lencería negra y morada, le seguí el juego... Dejé mis recuerdos a un lado cuando vi que Edgar entrelazaba sus dedos y apoyaba los codos sobre la mesa esperando escuchar nuestra historia. - Era nueva en el barrio y pasé por las casas, ofreciendo pasteles.
(Kyle) - Estaban deliciosos, por cierto. - añadió Kyle con la boca llena. Reí.
– Quería conocer a los vecinos.
(Edgar) – Vaya, así que no eres de la isla. Interesante... - se frotó la barbilla con el índice. - A Kyle le gusta lo desconocido. - Este soltó una carcajada.
(Sra. Freeman) – Pero sus padres sí son de la isla. - recarcó.
– En realidad, sí.
(Edgar) - ¿Practicas algún deporte o alguna actividad extraescolar? Ya sabes, para subir puntos para la Universidad...
– No, pero había pensad... - la madre de Kyle me interrumpió.
(Sra. Freeman) - Lo que yo decía, es una mala influencia para Kyle. Una mujer de los pies a la cabeza sabría como plantear su futuro. - Ni que eso tuviera algo que ver...
– Bueno, mis notas son bastante altas y... - me volvió a cortar.
(Sra. Freeman) – Su madre es profesora y trabaja allí. ¿No podría tener algo que ver? - Me sentí realmente ofendida con esa insinuación.
- Mi madre no tiene nada que ver con eso. Yo me esfuerzo para conseguirlo.- Edgar carraspeó y la sra. Freeman mantenía una sonrisa en su cara, complacida de haberme conseguido molestar.
(Edgar) – Hablando de planes de futuro: ¿qué tienes pensado estudiar?
– Había pensado seguir los pasos de mi madre. - dije con una pequeña sonrisa. Enseñar a los niños pequeños a leer y escribir era mi sueño. Educar a los futuros dueños del planeta...
(Sra. Freeman) – Seguramente para intervenir en cuanto a las notas de sus hijos. - sonrió con malicia. - Kyle se merece mucho más que una simple profesora, por favor. - se quejó.
(Kyle) - Mm..a mí me parece bien. - intervino Kyle. Su madre le fulminó con la mirada.
(Edgar) – Y supongo que Kyle sigue con la idea de ser jugador de baloncesto.
(Kyle) - No sigo con la idea, lo seré. - dijo seguro de sí mismo. Esa era una de las cosas que más me gustaba de él, su alto autoestima.
(Edgar) – Otra cosa es que llegues a ser bueno. - levantó una ceja.
(Kyle) - Soy bueno. - nos reimos. - ¿Habeis visto el partido de los Harlem? Por dios, Robien estuvo fatal.
(Sr. Freeman) – No cogía ni una.
(Edgar) – Ni encestaba.
(Sr. Freeman) – Estaba más preocupado en mirar a las cámaras. - su abuelo soltó una carcajada.
(Edgar) - ¿No se daba cuenta de que estaba quedando en ridículo?
(Sra. Freeman) – Su mujer está embarazada. Y acaba de salir de una lesión, ¿qué os esperáis?
(Sr. Freeman) – Eso no es excusa. ¿Para qué te crees que sirve la concentración antes del partido? - refunfuñó. No tenía ni idea de lo que estaban hablando, aún resonaban en mi cabeza las palabras de la madre de Kyle. A esta mujer no podría llegar a caerle bien aunque me tirara todo el día detrás suya como un perrito faldero, aunque por Kyle lo hubiera hecho. Suspiré sin darme cuenta.
(Edgar) - ¿De qué equipo eres hincha? - me preguntó entusiasmado con el tema de baloncesto.
(Sra. Freeman) – Ahora es cuando tiene que decir que de los Lakers... - añadió, como no, la madre de Kyle.
- ¿Hincha? - esta soltó una carcajada.
(Sra. Freeman) – Y encima ni idea de baloncesto...
– No..no sigo mucho el deporte. No es un tema que me interese. - Me sentí más incómoda. No sabía para qué me preguntaban, no encajaba aquí, podrían simplemente ignorarme hasta que terminase la cena o dejarme que me fuera a casa, así no les molestaría más.
(Edgar) - ¿Y qué te interesa? - El abuelo de Kyle parecía ser el único de su familia realmente dispuesto a hablar conmigo.
– El medio ambiente, la conservación de la naturaleza...
(Sra. Freeman) – Vaya, ¡una hippie! - dió un golpe a la mesa. - Debí de haberlo imaginado. Quiero decir; los pelos, la ropa, su forma de ser... ¡Era obvio! ¿Cuántas veces te bañas?
(Kyle) - Mamá...- susurró. Sentí un calor en mis mejillas, mezcla de la vergüenza y del enfado.
(Sra. Freeman) - Lo digo por eso de “tenemos que ahorrar agua” y ese tipo de cosas que tenéis en la cabeza los de Green Peace. El olor...ahora tiene sentido. - dijo, pensativa. Me mordí la lengua tratando de no montar un numerito. - ¿También eres de las que se vuelve loca con el reciclaje o con la tala de árboles? - preguntó con ironía. Mis puños se cerraron, apretando la servilleta con fuerza.
Contrólate Mia, no hagas quedar mal a Kyle, no le decepciones. - ¿O de las que se tira todo el día colocada? - Kyle golpeó la mesa y se levantó con rapidez.
(Kyle) - ¡BASTA YA! - gritó más fuerte de lo que jamás le había escuchado. Los cristales de las ventanas explotaron, llenando la sala con pequeños trozos. Me protegí la cabeza y miré alrededor sorprendida. ¿Pero qué había pasado? Cuando me recuperé del extraño suceso coloqué la mano sobre el brazo de Kyle, sus manos estaban cerradas en puños.
– Lo siento... - dije, levantándome de la mesa. - Si me disculpáis...- Dejé la servilleta sobre mi plato y fui hacia la entrada. Me puse el abrigo y salí por la puerta tratando de aguantar las lágrimas de rabia que se agolpaban en mis ojos. Si no me querían aqui que no me hubieran invitado, yo no les pedí nada, se hubieran ahorrado todo esto... Y lo peor era que había hecho que Kyle gritara a su madre, me sentí culpable. Caminé como pude por el camino de la entrada, quitándome el estúpido moño que me había hecho precisamente para parecer lo suficiente fina y adecuada para que la sra. Freeman pensara que era una buena novia para su hijo.
Escuché unos pasos detrás de mi. Le miré.
– Vuelve dentro. No quiero interponerme entre tu familia y tú.
(Kyle) - Yo he hecho mi elección y esa eres tú, si ellos no pueden aceptarlo ese no es mi problema. - Me rodeó con sus brazos, noté una lágrima caer y me la limpié antes de que se diera cuenta. Su calor me hacía sentir segura y protegida. Se separó y se acercó a su moto, aparcada en la acera, le miré confusa y se subió.
(Kyle) - Escapemos durante un rato. Solo tú y yo. - estiró el brazo con la palma hacia arriba, accedí y me tendió el casco.
Nada más subir, giró el acelerador y la moto salió disparada. Me agarré a su cuerpo.
- ¿Y tu casco? - pregunté, preocupada.
(Kyle) - No lo necesito. - iba a rechistar pero sabía que no me escucharía.
Conducía como un loco: se saltó un Stop, un ceda el paso... El semáforo se puso en rojo y, en vez de bajar la velocidad, Kyle aceleró. Grité y le golpeé las costillas para que frenara.
- ¡Ky...! ¡Kyle! - Grité. ¿Acaso no me escuchaba? - ¡Kyle! Por favor... - le seguí golpeando. - ¡Kyle! - tomé aire. - ¡Kyle, tranquilízate, por favor! - parecía que al fin me había escuchado, miró hacia un lado y empezó a frenar un poco. Paró en un pequeño saliente al lado del otro carril. Me bajé lo más rápido que pude y me quité el casco. Respiré, intentando recuperar el aliento. Escuchaba las olas del mar chocando contra las rocas, parecía que estábamos en un acantilado.
Me volví hacia Kyle, parecía fuera de sí. Aguantó mi mirada, aún tenso sobre los manillares de la moto.
- ¿Pero qué te pasa? ¿Estás loco o qué? ¡¿Es que querías matarnos?! - le grité con la adrenalina aun corriendo por mis venas. Movió los hombros para relajarse y se pasó la mano por el pelo.
(Kyle) - No, yo solo... - tomó aire y lo soltó. - Lo siento.
Le imité y tomé aire. Me aparté los mechones de pelo que tenía pegados a la cara y suspiré.
- Perdóname a mi. Después de todo lo que ha pasado y lo único que se me ocurre es gritarte. - Me apoyé con cuidado en la barrera de piedra que separaba la carretera del barranco. Nos quedamos en silencio con el sonido del mar de fondo. Era relajante. La luna brillaba sobre el agua. Miré a Kyle, que seguía sentado en la moto, y él me miró. Me acerqué a él y junté mis labios a los suyos. Esta vez no habría nadie que nos interrumpiera, pararíamos cuando quisiéramos, cuando nos quedásemos sin aliento, y así fue.
Me colocó un mechón de pelo tras la oreja y me rodeó la cintura con los brazos. Le dí un beso en la frente.
- ¿Y ahora qué hacemos? - pregunté, notando el frío a través de las medias.
(Kyle) - Todavía es temprano para ir al pub. - dijo mirando la hora. Se me ocurrió una idea.
- ¿Te apetecería venir a mi casa? Solo sería para hacer tiempo hasta que el pub abra. Aunque después de lo que ha pasado en tu casa no sé si querrás... - me calló con un beso, ya que las palabras no paraban de salir de mi boca. Sonrió ante mi expresión.
(Kyle) - Claro que quiero. - Sonreí ampliamente. - ¿Estará tu abuelo?
- Si, ¿por qué?
(Kyle) - Me debe una carrera, en la otra hizo trampas. ¡Gané yo! - Reí. Aún seguía pensando en esa carrera con las sillas de ruedas. Hizo una seña para que me montara en la moto.
- ¿Conducirás con más cuidado? - Asintió con firmeza.
(Kyle) - Te lo prometo. - Me quitó el casco de las manos y me lo ató alrededor del cuello.
- Deberías llevarlo tú esta vez. - dije apartándole las manos.
(Kyle) - De ninguna manera. No estaría tranquilo. - Me lo terminó de abrochar y me dió un golpecito en mi cabeza protegida. - Además, le prometí a tu padre que te devolvería sana y salva.
- ¿Ah, sí? ¿Y de qué más estuvísteis hablando? - Me subí, Kyle arrancó y se encogió de hombros.
(Kyle) - Cosas de hombres... - Arqueé una ceja aunque sabía que él no me podía ver. Condujo con tranquilidad por la carretera y dimos un rodeo para no tener que pasar por delante de su casa. Aparcó en la acera frente a la mia.